sábado, 29 de diciembre de 2012

BALANCE del AÑO

Mi percepción, a medida que envejezco, es que NO HAY AÑOS MALOS.
Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.
           
Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.
            Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla, dependen de nosotros; el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad.
Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo.
“SER FELIZ ES UNA DECISIÓN”, no nos olvidemos de eso.
            Entonces, con estos criterios, me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año, porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas:
-         a aprender a amar - a dejar huella - a ser felices.
En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo; y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos:
- Aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento. El trabajo sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud mental. Ahora el significado del cansancio es visto como algo negativo de lo cual debemos deshacernos y no cómo el privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros.
A esta tierra vinimos a cansarnos...
-Valorar la libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero.

 
Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer, y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor.
- El tercer y último punto a cultivar es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas, en pos de cosas mejores.
HACERNOS CARIÑO y tratarnos bien como país y como familia, saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los choferes de los micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día. QUERERNOS.
CREAR CALIDEZ dentro de nuestras casas, hogares, y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida. Nuestras casas independientes de los recursos se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro.
Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello.
La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos, tiene que ver con la inteligencia espiritual.
Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos “antiguos”, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias.
Si logramos trabajar en estos puntos - y yo me comprometo a intentarlo -, habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre alguien feliz o no, no tiene que ver con los problemas que tengamos, sino que con la ACTITUD con la cual enfrentemos lo que nos toca.Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.
Y que en cambio, con las penas pasa al revés: Se achican.
Tal vez lo que sucede, es que AL COMPARTIR, LO QUE SE DILATA ES EL CORAZÓN.
Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro".

Fray M. M, Monje Benedictino

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Despertando, autor anonimo,sobre la vida y la vida despues de esta

En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:
-¿Tú crees en la vida después del parto?
- Claro que sí. Algo...
Debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
- No lo sé pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
- Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.
- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
- ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?
- ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
- Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...

DESCONOCIDO

martes, 18 de diciembre de 2012

Algo sobre el fin de mundo…

Algo sobre el fin de mundo…

Como todos saben, el ambiente que se ha generado a raíz de las malas interpretaciones sobre las profecías mayas  y la intención de muchos querer encontrar un beneficio de todo esto, que lejos de generar claridad, causan temor, miedo e incertidumbre, notando todos los fenómenos naturales que no son solo de esta época, el ambiente general en el mundo, y demás situaciones que algunos han querido interpretar como catastrófico.

Presento estas líneas que espero sirvan a tener claridad de lo que sucederá para evitar confusiones y malas interpretaciones.

Cada fin de siglo, o milenio se da este fenómeno, que pretende generar temor, muchos grupos pseudo religiosos han dado fechas, incluso horarios.

Lo que los mayas predicen el final de un día galáctico, así como el planeta tarda 24 hrs  en dar una vuelta en su propio eje, y 365 días en dar la vuelta al sol, lo mismo sucede con la galaxia, que gira alrededor del universo.

 El calendario que nos rige  es el gregoriano, así como el pueblo judío lleva su propio calendario que también lo medimos en días, años, lustros siglos, etc., los mayas tenían un calendario que se mide en kines = días, de tal forma así como en el calendario gregoriano, marcamos 365 días= un año y 100 años un siglo, 1000 años un milenio, por absurdo que nos parezca, lo mismo existe en el calendario maya, marcado para el 21 de diciembre de 2012 el fin de un baktun=144000 kines, aproximadamente unos 5128 años del calendario gregoriano, que es la medida que marcan como un ciclo o vuelta completa del sistema solar en el universo.

De tal manera que sólo sucederá eso, como ha sucedido muchas otras veces, un giro completo, nada más, así que fuera temores, fuera ideas raras sobre estos temas.

Muchos queriendo lucrar y jugar con estas ideas contradictorias que espantan, confunden y generan situaciones que lejos de ayudar, engañan.

Desde la teología Católica,  “nadie sabe el día ni la hora, solo el Padre” (Mt., 24, 36), así que dejemos de generar temor, inicia un nuevo giro del sistema solar, nada se caerá, ni morirá, y así como nuestro día inicia a las 0 hrs., y termina a las 23:59, y comienza otro, lo mismo el año de 365 días, termina e inmediatamente después inicia otro, así pasará con este calendario maya, termina un ciclo o como algunos hay llamado un día galáctico e iniciará otro.

Programas de TV sobre este tema seguirán pero no debemos ni tenemos nada de que espantarnos, sólo saber que según el calendario maya somos parte de un nuevo día galáctico.

                                                                                                          Carlos Escorza Ortiz, Teólogo