martes, 18 de junio de 2013

El Rompimiento, fragmento del libro "Desprográmate" CEO

El rompimiento


 Toda relación humana causa y crea un impacto que genera una marca en nuestras vidas, de las cuales es difícil de superar sino se da un tiempo suficiente para sanar esta experiencia.

No solo me refiero a las relaciones de pareja, sino a toda relación humana, pero algunas marcas no son sencillas de notar y menos de superar.

Partamos de las relaciones de pareja, y el impacto que nos dan en la vida. Si lo vemos desde un punto de vista neutral y positivo, cuando iniciamos una relación de noviazgo, compartimos y experimentamos cosas que de primer momento por las sensaciones y novedad juegan más un papel divertido y la adaptación es natural, que cosas negativas.

Cuando se da el quiebre o rompimiento, es fácil caer en extremos que van desde sentimientos de dolor, tristeza, hasta ternura y lindos recuerdos hasta después de un tiempo ver las cosas sin dolor. Después de que se termina una relación es común pasar por estos sentimientos, que en algunos momentos hacen que caigamos en posturas o actitudes más violentas o agresivas contra esa persona afectándonos a nosotros mismos y a lo que comúnmente llamamos  estar despechado.

Todos los sentimientos se alteran y hace que hagamos y digamos cosas que podemos llegar a arrepentirnos pero es por tener una acumulada carga de cosas que no se acomodaron en el lugar y momento indicado.

Cuando se da un pleito o una diferencia en una relación suelen salir comentarios muy añejos, de mucho tiempo, que no se dijeron en el momento y lugar adecuado, y cuando se dicen ya es en algunas ocasiones demasiado tarde y traen más cosas agregadas o acumuladas con sentimientos negativos.


¿Por qué se da esto?  Porque no nos enseñaron a decir las cosas malas en una relación humana, sea del tipo que sea la relación y aquí es donde este rompimiento abarca más aéreas de nuestras vidas y se ven reflejadas en los rompimientos  de las relaciones de pareja.

En muchos momentos de nuestra vida, hemos vivido cosas negativas, algunas que por la naturaleza propia de nuestra mente bloqueamos, al grado de que puede pasar que encontramos a alguien en la calle y pensamos: “ahí va tal persona, pero ya no recuerdo por que nos peleamos, sólo sé que no le hablo”. La mente hizo su parte, sano nuestras heridas pero también se dieron los factores del tiempo y con la distancia poco a poco acomodaron las cosas.

En un caso más cercano y complicado como lo es con uno de nuestros padres o hermanos, no es fácil poner distancia, no es sencillo alejarse y simplemente dar la vuelta. Algunos optan por salirse en la primera oportunidad que se les presenta, que puede ser con situaciones socialmente muy validas, pero que en el fondo tienen esta razón, no querer estar más cerca de esa persona que me desagrada y causa conflicto. Pero no se soluciono nada, solo nos alejamos, enfriamos el sentimiento, nada más.

¿Cómo resolverlo, cómo darme cuenta? Esta es una dinámica complicada, que requiere de mucha sinceridad, honestidad, franqueza y humildad. (...)

martes, 11 de junio de 2013

Me encanta Dios, Jaime Sabines

De Dios se ha escrito mucho, este es un poema que lejos de ser una verdad de fe, es una forma de que Dios es reconocido de muchas maneras. 
Uno de los últimos poemas de Jaime Sabines. 

Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos. 

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo- la vida, sea para siempre. 

Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes. 

A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes! 

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble. 

Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento. 

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja. 

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy. 


A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.

Lee todo en: Me encanta Dios - Poemas de Jaime Sabines http://www.poemas-del-alma.com/me-encanta-dios.htm#ixzz2VxlSmnqV

lunes, 10 de junio de 2013

El Compromiso, fragmento del libro "Desprográmate"

(...)

Hemos limitado nuestra participación en un relación sin involucrar mucho de nosotros, esperando que la otra persona haga algo y genere algo que me confianza, hemos ante puesto el orden  en hacer y mantener una relación,  a sólo ser observadores, esperando que algo o alguien genere y me impulse a responder.

La falta de compromiso nos hace ser más espectadores que protagonistas de nuestra propia vida. solemos tener una actitud donde observamos, criticamos, evaluamos, buscamos libros de autoayuda, novelas donde nos cuentan la historia de alguien más, que se atrevió a hacer y soñamos con que algo así nos pase, que llegue ese príncipe o  princesa y resuelva todos los problemas por arte de magia, lamento decirte que no pasara algo así.

Y no es que sea pesimista, pero más bien no quiero caer en un positivismo que nos aleje de la realidad.

Reconocer que cualidades tienes, que elementos tienes, como vivir y desarrollar lo que eres hará que puedas comprometerte y responder a tu realidad.

Vivir un compromiso, equivale a tener conciencia de todo lo que soy y hago, incluyendo, política, religión, sociedad, sexualidad, conocimientos y estudios, para responder a lo que somos, el siguiente paso es responder a alguien más, y no que alguien me responda a mí, esa sería la consecuencia pero no la condición de mi compromiso.

Si conozco mis cualidades y características, las acepto, me reconozco como parte de mí, todo lo que soy y me hace ser, mi historia personal, familiar, afectiva, religiosa, cultural, emocional, hacen que sea lo que soy.

Muchos quieren que simplemente suceda, y si bien es cierto el tiempo puede curar, pero en el pasar del mismo, podemos tropezar y tropezar, cayendo en los mismos patrones de conducta, atrayendo al mismo tipo de personas, con características y actitudes similares. ¿Por qué?

Ahora se ha dado una figura social, que incluso algunos gobiernos han tenido que incluir la unión libre, la pregunta obligada es ¿libre de qué?

¿Por qué se ve al matrimonio como una forma de esclavitud y no gusto por querer compartir la vida?

El pragmatismo se ha vuelto un estandarte del sentirme bien, vivir lo práctico, lo que menos me complique, lo que no me comprometa y si llegamos a sentirnos así, tenemos que tener una mayor cantidad de cosas a favor sino lo evitamos a toda costa.

Muchos prefieren ser espectadores de su mundo, de su realidad, quejándose, criticando todo lo que pueden, dando opiniones al aire sin fundamentos, desde fuera, de lejos, a distancia, pero sin compromiso.

Algunas personas caen en otras actitudes que lejos de generar una dinámica de vida positiva, se complican a sí mismos, me refiero a los que se sienten víctimas y buscan su victimario, una dinámica complicada, sin que se tenga que caer en este fenómeno del síndrome de Estocolmo, donde la víctima se enamora de su agresor, más bien actúan como si lo fuera y refleja una actitud de poco compromiso, de entrada consigo mismo, después con un proyecto de vida, para que se generar un compromiso con alguien más.

Ser espectador o víctima es la forma pasiva de vivir la vida, no comprometida, incongruente, dejando que otros digan y hagan en mi vida.

El compromiso se da desde la actitud, desde la forma de interesarse en la otra persona, de querer participar con el dialogo.

¿Cuándo estoy con alguien mi relación es de un monologo donde hablo sin parar o es un dialogo donde ambos compartimos? ¿Hay días que fue tanto lo que hable que no di tiempo a que me compartieran algo?

Parte de un compromiso real está en el involucrarme en la medida de mis posibilidades con las actividades de la persona con quien me estoy relacionando, este puede ser un parámetro muy importante de reconocer si se va viviendo o no un compromiso.

En ocasiones desde nuestra óptica podemos sentir que sí, que si hay un compromiso personal, pero la otra persona posiblemente no la sienta de la misma manera, pero es fácil autoengañarse, si no hay un dialogo real.

La comunicación es la base, es el alimento que fortalece un compromiso, cuando uno va involucrando proyectos, actividades, planes, ideas, sentimientos se genera una congruente responsabilidad con la otra persona.

Si al estar con alguien quiero un compañero a mis actividades, busco quien me escuche, incluso en algunos casos, no sentirme solo, posiblemente no estoy viviendo un compromiso real, solo estoy usando de alguna manera a la persona y doy a cambio cosas que pueden generar daños y complicar mi libertad.

Algunas personas se involucran pero no se comprometen, esa es la diferencia, piensa en ¿Cómo han sido tus relaciones anteriores? ¿De qué forma son las relaciones que están cercanas  alrededor? ¿Involucrados o comprometidos?

Hay una delgada línea entre estar involucrado y un compromiso, cuando me involucro, comparto algunas cosas de mí, expreso algunos sentimientos, ideas, momentos, me sirvo de la persona para no sentir soledad, pasando momentos lindos, agradables, simpáticos, incluso cuando se llega a presentar algo desagradable comparto, me solidarizo, muestro empatía, amabilidad, pero sigo estando al margen de un compromiso.

Pero sigue la pregunta en el aire: ¿Cómo darme cuenta si estoy involucrado o comprometido? ¿La persona con la que comparto, está involucrada o comprometida?
Veámoslo en primera persona:

En mi lista de cosas importantes de mi día, de mi vida, ¿está esa persona, sus actividades y proyectos en mi interés?
Cuando pienso en hacer algo, en generar algo en mi vida, ¿está incluida esa persona?

Ahora invirtamos el caso a tercera persona:

Los proyectos que hace y realiza ¿me interesan, me siento parte, siento interés por apoyarle, acompañarle, integrarme?, o ¿Solo me quedo a distancia, mostrando interés pero sin ser parte de lo que hace?
Cuando realiza una actividad, ¿me incluye o invita a participar, comparte la idea, el proyecto para que me integre? Puede darse un caso más aquí, si esta persona en cuestión cuando me invita o participa de algo, ¿Cómo reaccionas?

Compartir con una persona, hacer cosas en común, incluso cuando hay distancia de por medio, siempre se pueden encontrar formas de mostrar vínculos con esa persona.

En ocasiones el apoyo puede ser solo moral, en otras podemos participar en directo con la actividad, pero dependerá de cómo me sienta, si estoy involucrado o comprometido.

Querer un compromiso hace que todo lo que somos este ligado, se vaya vinculando a esa persona, si solo soy espectador, si me mantengo al margen o lo mantengo al margen de las actividades, puede que solo estés involucrado. (...)

jueves, 6 de junio de 2013

La Construcción, fragmento del libro "Desprográmate" CEO

La naturaleza es sabia y nos da todo lo necesario para vivir, depende de nosotros saber reconocer nuestras funciones y capacidades, que nos hacen y constituyen.


Así como un corazón tiene la función de bombear y purificar la sangre, así cada parte de nosotros tiene una función, una razón de ser, que puede que se haya condicionado o limitado por algunos factores externos, pero que debemos de reconocer para así dar una solución efectiva.

Lo mismo pasa en nuestra mente, nuestros sentimientos, que tienen una razón de ser para el resto de nuestra humanidad, pero que han podido ser condicionados y modificados por elementos que son necesarios ubicar, pensemos en una enfermedad grave, que después de ella, quedan ajustados en algunos órganos internos y debemos de actuar con responsabilidad para no enfermar más o complicar nuestra salud.

Lo mismo en nuestra personalidad, conocer estas características nos permitirán ser más efectivos en la resolución de una situación o actividad determinada.

Estas características son para todos, hombres y mujeres, y pueden variar de alguna manera, por la sociedad, cultura, religión y otros factores, que ahora presentamos. Y que juntos forma estos elementos o bloques de una unidad, así como una pared esta formada de muchos bloques, así nuestra persona. 

Separo en hombres y mujeres porque hay elementos propios de cada sexo que no se aplican de la misma manera una misma circunstancia. Lo podemos ver en algo tan simple como el arreglo personal, mientras una mujer le da importancia a ciertos elementos, un hombre a otros, por cuestiones que no son solo fisiológicas, sino que afectan todo nuestro ser.

La bilogía ha confirmado esto, el cerebro femenino tiene cualidades distintas a las masculinas, sin hacerlo mejor o peor, lo que nos hace individuales  y   complementarios, como ya lo habíamos dicho antes.

Trataremos de ser prudentes en las siguientes características apoyándonos en la antropología para dar un sentido a las reacciones y comportamientos humanos.

Respondamos algunas preguntas que nos darán pistas de esto:

1-. ¿Te consideras como una persona que piensa o sobre todo alguien que siente?
2-. ¿Cuándo ves a una persona arreglada, te fijas en como se ve en conjunto o en los detalles de su arreglo?
3-. ¿Cuándo trabajas o estudias sientes tener capacidad de hacer una sola cosa o sientes la capacidad natural de hacer varias al mismo tiempo?
4-. ¿Cuándo estas frente a un problema, te fijas sobre todo en los medios más efectivos a emplear o tomas en cuenta a las personas para no herir a nadie?
5-. Al pensar en matrimonio: ¿piensas más en tu pareja o en los hijos?
6-. Al estar frente al sexo opuesto, ¿Cuáles son las cualidades que más admiras?
7-. ¿Qué defectos te molestan más?
8-. ¿Qué esperas del sexo opuesto?
9-. ¿Qué características deberías desarrollar para responder mejor al sexo opuesto?
10-. ¿El pensamiento masculino y femenino, son completamente opuestos?

Para algunos antropólogos como Margaret Maed los rasgos típicos de uno y otro sexo, son el resultado de hábitos y usos sociales, culturales de cada pueblo o región.

Algunos rasgos como la pasividad, obediencia, timidez, coqueteo, se presentan más en ciertas sociedades tanto en hombres como en mujeres. 


Sin embargo las diferencias no son absolutas, ya que otros elementos como la educación, familia influyen en esta forma de ser (...) fragmento.

lunes, 3 de junio de 2013

"La Interrogación" fragmento del libro "Desprogramate"

(...)Las dudas y cuestionamientos pueden darse de mí hacia la otra persona o de la otra persona hacia a mi. El punto central está en saber ¿si estoy preparado para responder y generar buenas preguntas? ¿Qué voy a hacer con las respuestas que se presenten?

Existen niveles de comunicación, los estudiosos de esta carrera pueden profundizar mejor y podemos consultarles en cierto momento, pero lo que refiere a nuestro proceso de desprogramación conlleva el saber cómo o cuál  nivel de comunicación establezco con los que me rodean y por lo tanto con los que me interesan.

Podemos encontrar un nivel básico elemental, genérico, donde encontramos ideas simples, sin entrar en temas reales, solemos iniciar conversaciones de esta manera pero he podido observar que casos en que pláticas enteras giran solo desde un aspecto genérico, superficial, llamémoslo “periférico”.

La comunicación periférica nos presenta temas como: ¿Qué tal el clima? ¿Viste el partido? Había mucho tráfico camino a casa. Las respuestas se quedan en un ambiente ligero, simple, de situaciones indirectas que a todos pueden pasarnos o que hemos visto: “si esta caluroso, hace tiempo esta así, y escuche en el noticiero que seguirá”, no me gusta el deporte, evito comentarios, para no generar controversias”, “si el tráfico esta imposible, y nadie sabe qué hacer”.

Lamentablemente es una forma sutil de no conversar, no decir nada, preguntas y respuestas superficiales, una actitud que lejos de pretender iniciar una amistad o fortalecerla, aleja, enfría las posibilidades de algo más.

Hay un segundo nivel de la comunicación en el cual se van presentando anécdotas, historias breves o muy indirectas de personajes o momentos que no tienen nada que ver con lo que se está presentando en ese momento, que parecieran más monólogos de temas que poco se puede aportar, algunos ejemplos de esto: “en 1986, cuando estudiaba la carrera, llego Javier y me contó de un proyecto, mismo que no supe si funciono”.

Se abrió un tema que nadie podría opinar, comentar, salvo una afirmación con la cabeza que no confirma ni niega nada y por respeto sólo se mueve la cabeza. Hay personas que en su necesidad de ser escuchados, hablan y hablan, sin dejar que se dé una retroalimentación, se está en una actitud tan ensimismada que no escuchamos, solo si es para fortalecer mi postura o actitud, esperando el apoyo y nada más.

En este nivel es muy lamentable encontrar personas que han vivido una relación matrimonial de años y son un par de perfectos desconocidos, desconociendo cosas más profundas, y con muchas omisiones, triste pero pasa mucho.

Tanto ellas como ellos, muestran poco interés en sus actividades, en lo que hacen, cumplen o satisfacen una necesidad de compañía, de alivio momentáneo y suficiente.

Cada uno tiene su mundo, sus planes, proyectos independientes sin nada que compartir, donde se hacen comentarios simples, aportes faltos de atención.

El siguiente y último  nivel es el de la intimidad, en este momento es cuando ya se presentan temas de fondo, compartimos lo que somos, queremos buscamos, generamos, proyectamos, dejamos de presentar anécdotas por vivirlos, compartir momentos y situaciones comunes, que si bien se pueden hacer memoria a momentos pasados, épocas, lugares y situaciones, también se da crean momentos donde la intimidad es fuente de creación mutua, compartir miedos temores, dudas, sentimientos que pueden aportar a la relación y que darán sentido a querer o no, una relación.

El compartir estos momentos de intimidad es la manera más directa para reconocer si somos o no, si tenemos posibilidades reales, los temas superficiales se convierten en verdaderas conversaciones de las cuales se comparte, se genera y crea espacios para hacer y vivir juntos.

Retomando el tema de las interrogaciones, tenemos cuatro posibilidades:
1-. Sentido positivo.
2-. Sentido negativo.
3-. Yo realizo las preguntas.
4-. A mí me hacen las preguntas.

El sentido positivo de una pregunta es que si hago una propuesta, genero con mi pregunta una posibilidad, una actitud, planteo una realidad. Encontramos preguntas que inician con: ¿Te gustaría…? ¿Quieres…?
Aportamos desde un sentido positivo de crear, hacer, generar. Planteamos retos, inquietudes que deben ser respondidas y compartidas, que generan un dialogo que puede profundizar y nutrir una relación humana.

El sentido negativo, por obvio que parezca proyectamos una actitud pesimista de las cosas, temores, cosas que podrían ser, que algún día llegarían, cuestiones de distancia que son improbables, casi inalcanzables, muchas personas tristemente así plantean sus preguntas, sin darse cuenta de la estructura negativa que presentan, como esperando una confirmación, pero generando una duda, dejando las cosas en el aire: ¿No quieres comer? ¿Es imposible lograr…? ¿Creo que no sería capaz de…? ¿Si hago esto, perderemos…?

Esta actitud negativa, tiene sus orígenes en una estructura que más adelante analizaremos, pero que reflejan dudas, temores, inseguridades que nos hacen ver la vida como apagado, con pocas posibilidades.

Cuando realizo las preguntas, suelo generar cuestionamientos que me mantenga en una zona de confort y que exponga la otra persona sus razones, esperando que diga lo que quiero escuchar, y no lo que me está diciendo, genero con una interrogación un dialogo que nos permita conocernos, compartir, descubrir, o voy en sentido negativo, exhibo sus limitaciones y freno la comunicación. Muchas personas viven esperando una respuesta, donde ya estén bien definidas las palabras, como una formula matemática que el resultado ya se conoce, pero estoy esperando que como arte de magia satisfaga todas mis incógnitas y que ya tengo respondidas, lo que es casi imposible que sean justamente respondidas como quiero.   

Si me hacen preguntas, soy capaz de responder con sinceridad plena y compromiso con lo que estoy respondiendo, asumiendo cada palabra y los actos que conllevan. Abro el dialogo con mis respuestas y se da un intercambio de ideas, comentarios que nutren y fortalecen la relación, o ¿Dejas cosas en la ambigüedad, cerrando el tema, evitando dialogar, comentar o compartir?

Es común ver casos que se presenta una gran necesidad de hablar, y esperamos la atención de la otra persona, comentamos, exponemos temas que son importantes, pedimos opinión, hacemos evaluación de lo que estamos comentando, pero justo cuando se termina mi tema, también se termina mi interés, también se termina la interacción, el dialogo, olvidando las inquietudes, interrogantes de la otra persona.

En este dialogo, las interrogantes dejan claridad, abren nuevas conversaciones, o se quedan inconclusas, con más interrogantes que apertura a una dinámica de compartir y vivir.

El pasado, presente y futuro son elementos que todos nos hemos cuestionado, pero en el momento de compartir se pueden volver una condición de vida, es decir, que estoy amarrado a mi pasado, a mis ideas y experiencias, imposibilitando nuevas experiencias, quedando casi nulificada mi capacidad de asombro, porque ya lo vivido o ya lo leí, ya me paso…, de tal manera que el pasado ha condicionado tanto mi vida y ahora no soy capaz de subsistir sin mis recuerdos.

Otras personas están instaladas solo en el presente, el ahora inmediato, sin tomar en cuenta los errores pasados, lo vivido y sentido, queriendo tapar el sol con un dedo sin tener orden en lo que se vivió y de ahí que se arrastren muchas complicaciones afectivas. El peligro de no estar plenamente consientes de estos momentos pasados nos harán vivir un presente de inconsciencia.

El futuro es incierto, incluso de alguna manera no existe, ya que muchos factores que son improbables y aunque muchos quieren buscar tener el control de lo que va a suceder, sin hacer nada, como si fuera un momento mágico, donde no hago nada, no genero, no busco, simplemente algo o alguien superior dará y donde mi libertad o esfuerzo tienen nada que hacer, volviéndonos títeres de un destino que juega y se divierte con mis desgracias.

Otros se plantean ante el futuro como algo lejano que algún día se dará, se logrará, sin conectar el presente con el futuro, y por lógica ignorando el pasado.

Hay un hilo conductor entre estos tres momentos, que no podemos separar, y que debemos de ubicar en su justa dimensión.    

Querer olvidar esto complicaría mucho nuestras relaciones humanas. Pretender vivir sin tener un futuro por mínimo o simple que sea, es tanto como no reconocer en  nosotros posibilidades en las que podemos desarrollarnos.

Dice un dicho popular “ignorar el pasado es vivir condenando a repetirlo”,  muchos dicen no ignorarlo, pero no remedian nada de ese pasado, no hay un compromiso con él, responsabilizándonos ante lo que hemos vivido.

Algunas de las actitudes comunes de no asumir nuestro pasado, es justificar cada una de las cosas que hemos vivido, culpando o responsabilizando a otros de lo que nos ha pasado.


Culpamos a otros, somos víctimas en algunos casos, en otros simples observadores de lo que otros hacen y son. Vemos como la vida avanza, y estamos encerrados en actitudes que solo un milagro podría sacarnos de ahí....
....En este proceso de desprogramación buscamos precisamente esto. Reconocer que cosas estoy cargando, que elementos me han formado para poder avanzar por la vida.

Vivir el presente, lo que se está generando en este momento,  siendo parte del pasado que he llevado pero en gran medida estamos sobre los rieles que nos llevaran a un futuro próximo, no de cinco, diez o veinte años, sino al inmediato, a un mañana próximo que todos debemos de asumir, comprometernos y responsabilizarnos.

Mis relaciones de pareja están limitadas por mis prejuicios o dicho más simple por mis experiencias mal acomodadas en mi vida, soy un observador  de la vida, una víctima de las circunstancias, creyendo en que un día el príncipe (o princesa) azul tocara a mi puerta sin que yo haga hecho nada más que esperar.
Mi persona ideal esta tan saturada de cosas bellas que no toca una realidad y solo me divierto pasando el tiempo con los que me rodean.

Tristemente muchas personas así lo viven, están con quien no quieren estar, compartiendo una vida que no quieren, haciendo cosas que no quieren y con mucha facilidad le echamos la culpa a otros, encontrado frases tan absurdas como “porque Dios quiso”.

Deja de ser un títere, una víctima o un simple observador de la vida, sé el protagonista de lo que quieres y eres.

Prepárate para hacer preguntas y dar respuestas en el momento y situación adecuada, no para humillar o lastimar, sino para generar dinámicas nuevas, y será así como puedas ser íntegramente una opción para alguien más.

Deja esos sentimientos de orgullo, vanidad y autosuficiencia que no te han servido más que para sostener una soledad que no quieres, pero que tienes miedo a soltar.

Muchos se sienten bien en la soledad, por muchas razones que son validad, pero recuerda, no es una capacidad natural, sino aprendida, tu naturaleza es la de compartir, de vivir y estar en compañía, si fuera así la misma natura nos abría hecho capaces de auto reproducirnos, pero no es así, necesitamos, dependemos de otros.

Emmanuel Mounier decía “Somos en la medida que nos descubrimos en los demás”, solo cuando me abro ante otra persona, comparto y soy receptivo, me descubro a mí mismo. (...)  Fragmento del libro "Desprográmate" ECO 2013