lunes, 1 de abril de 2013

Inventemos un MITO

Inventemos un mito

Un mito es un hecho real trastocado por la fantasía, es decir que genera discusión y complica el sentido real, en algunos casos llega a trastornar radicalmente el hecho real que pareciera completamente mágico o fantástico.
 El peligro de desconocer ciertas realidades, orígenes o principios fundamentales, pasando por algunas raíces etimológicas genera caos.
Pongamos un ejemplo completamente absurdo de cómo se puede generar un mito, hacerlo leyenda y de ahí transformar la realidad plenamente.

Tengo junto a mí un vaso de agua, y bajo la premisa de que “la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma” conjugo elementos fantásticos, que ponen en duda a todas las ciencias humanas.

Está agua que tengo junto a mí, tiene más de 5mil años, y tratando de descifrar su A.D.N. me doy cuenta de que hay restos de una vaca de la India de hace por lo menos 3mil años. Reconociendo que en la India la vaca es sagrada, fue alimentada y vivió sin problemas, a su muerte fue arrojada al río Ganges y en las riveras de este río en algún momento se fue descomponiendo, hasta unirse plenamente con el agua que pasa por ahí.

Como el agua se evapora, formo nubes, mismas que al llover sobre mar cumplió el ciclo del agua, llegando al continente americano, miles de años después, por esta razón puedo afirmar, sin tener respaldo de ninguna institución académica que es verdad este mito.

De tal forma que puedo crear tantos mitos como cabellos tengo en la cabeza, al no contar con una fuente, un antecedente o principio fundante.

Eso mismo pasa con muchos pseudo investigadores o aquellos que ven desde una óptica parcial buscando respuestas cortas y que complican las ciencias. Jugar con la buena fe de las personas  es además de ser un error grave, se convierte en un fraude, acotando toda la información a su conveniencia y no dan pauta a que se investigue para ser confrontados.

En todas las ciencias se dan estos casos, pero también no es una situación actual, se saben de casos desde culturas tan antiguas como la egipcia o griega que generaban una gran cantidad de mitos, en búsqueda de la verdad, corrieron el peligro de caer en muchos mitos. 
Lo mismo sucede ahora, con la religión, la fe, historia, incluso algunos héroes de civilizaciones o naciones. Al pretender conjugar falsas profecías, ya que al creer en ellas entregas tu libertad, porque todas tus decisiones están influenciadas por dicha falsedad, así como querer juntar con acontecimientos naturales, guerras, enfermedades y demás situaciones que tienen otro origen comprobable y científicamente demostrables.

Queriendo culpar o responsabilizar a Dios de dichos acontecimientos, como cuando se desborda un río, y esto se convierte en una desagracia humana y material es fácil decir “fue porque Dios quiso” cuando fueron algunos hombres que desconocieron los procesos naturales y rutas del agua, se asentaron en dichos espacios por los cuales en algún momento el agua volverá a su cauce.

De ahí que sea fácil evitar nuestra responsabilidad, haciendo de Dios el único y soberano culpable de estas desgracias.

 Frases como “hay preguntas que no tienen respuesta” generan más mitos, si tengo una duda lo ideal sería consultar a los expertos, para no continuar ni generar más mitos.
En todas las ciencias humanas encontramos dichos mitos, religión, medicina, historia, cultural arte, incluso en la arquitectura, que a pesar de que se conocen métodos bien definidos en estas ciencias, fácilmente se cae en mitos o leyendas, remedios caseros para sentirnos aliviados y caer en actitudes completamente subjetivas.

Carlos Escorza, con la colaboración de Antonio González

No hay comentarios:

Publicar un comentario